El crecimiento turístico en Lisboa es notorio y no cesa. Con cifras que marcan un aumento en comparación con los datos prepandemia, y elegida entre los destinos más seguros de Europa para visitar, la ciudad de los fados, sardinas y pastéis de Belem sigue renovándose y muestra su costado más moderno con la inauguración de un mirador con jardín vertical en la torre más alta de Portugal.
El mirador Babylon 360°, recientemente inaugurado, es una propuesta de lujo para la ya tradicional Torre Vasco de Gama. El punto más alto de la ciudad que marcó un destino diferente para la zona. Los antiguos suburbios industriales se convirtieron y en la actualidad muestran los diseños más modernos y tecnológicos que le otorgan al Parque de las Naciones un estilo futurista.
Uno de los responsables de ese gran cambio fue el arquitecto español Santiago Calatrava (sí, el mismo del aeropuerto de Madrid y el argentino Puente de la mujer en Puerto Madero, entre otros) que proyectó la impactante estación de Oriente con tres pisos, un techo acristalado, mucho hormigón y acero. Junto al Oceanario, a escasos metros, son la imagen de la ciudad moderna y serán espiados desde arriba gracias a la vista panorámica 360° de un mirador con mucho verde y exquisitos detalles que promete convertirse en uno de los nuevos íconos de Lisboa y testigo de la Jornada Mundial de la Juventud -que este año se realiza en aquí- donde, si su salud lo permite, el papa abrirá una nueva edición.
Una historia que comenzó en el 98
El desarrollo del Parque de las Naciones comenzó en 1998, cuando se realizó la Exposición Universal, conocida mundialmente como La Expo 98. Con el lema “Los océanos: un patrimonio para el futuro” el escenario elegido era inmejorable. La necesidad de un espacio para una feria mundial fue ideal para cambiarle la cara a una parte de la ciudad de pasado industrial y convertirla en una región moderna con senderos para caminar al lado del río, emprendimientos gastronómicos, un gran shopping, un cable carril y edificios de empresas que delinearon un perfil muy diferente al de los barrios del centro y sus calles de piedra caliza que suben y bajan como en Alfama, Chiado, Barrio Alto o el bohemio Príncipe Real. Y, además, la región oriental a los pies del río Tajo tiene desde entonces un nuevo puente, el Vasco de Gama, el más largo de Europa que desde su estructura buscó marcar una gran diferencia con su par, el puente 25 de abril (¡tan parecido al Golden Gate de San Francisco!), ícono de la tradicional capital portuguesa.
En ese nuevo entorno, como una carabela del siglo XV, la torre de 145 metros de alto diseñada por los arquitectos Leonor Janeiro y Nick Jacobs fue bautizada también como el explorador portugués más conocido. Cuenta en lo alto con el “nido del cuervo”, como se denomina el espacio desde el que los marineros podían ver tierra, un mirador que permaneció cerrado por dos décadas una vez finalizada la Expo.
Directo a la cima: una apuesta al lujo
La experiencia comienza desde la base: con ascensores panorámicos se llega a la cima donde los grandes ventanales alojan información a la que se puede acceder por códigos Qr: una porción de la historia de Portugal, recomendaciones turísticas y datos para enriquecer la visita de los turistas, y por qué no, curiosos locales.
Y si se es amante de la buena gastronomía y los restaurantes fine dining, antes o después de llegar al mirador Babylon 360°, se pueden realizar varias paradas en los sectores lindantes.
Como abrazado a la torre Vasco de Gama, el hotel Myriad by Sana, cuenta con una barra que da la bienvenida -pasado el lobby del hotel- y anticipa el amplio salón con vista al río donde, disfrutar del brunch, es indispensable: estaciones con platos fríos y calientes, ostras, opciones típicas de la cocina portuguesa y la mesa de dulces. Los vinos de la carta incluyen los de los viñedos del hotel en la zona de Azeitão.
Algunos segundos después, exactamente cincuenta, “Es el tiempo que se tarda en el ascensor para llegar al restaurante Fifty Seconds”, aclara Pedro Miguel Ramos, director de Marketing de la cadena Hotelera, se encuentra el restaurante fine dining del que el hotel hace gala. Respaldado por el Chef español Martín Berasategui, con 12 estrellas Michelin, el entorno en cobre y azul, los cuidados detalles al seleccionar los utensilios, vajilla (USD 3500 por persona) y accesorios, son garantía del inicio de una experiencia cuyo cierre termina, solo en pocos segundos más, en el punto más alto de Portugal.